Ayer acudí a la presentación en directo del primer disco de Verónica Ferreiro, una mujer que lleva dedicando toda su vida a la música y que por fin puede ver sus sueños hechos realidad en Laio. Y es que esta gallega, además de una sonrisa y un pelazo espectaculares, tiene una voz más que envidiable para los que nos tenemos que resignar a ver los conciertos en lugar de hacerlos.
Con su personal jazz, en todas las canciones parece haber cabida para la improvisación, tanto instrumental como vocal, donde los duelos guitarra vs. voz son frecuentes. Y digo personal, porque alterna canciones en inglés, con canciones en gallego, un idioma que realmente me pareció muy musical y que en los temas más lentos nos recuerda a los fados, más que al jazz.
Además se la ve acompañada por un grupo de músicos que le permiten sacar lo mejor de si misma, así como por unas coristas que no tenían nada que envidiarle a Verónica. Que, por cierto, una de ellas va a sacar disco pronto también, habrá que estar atento.
Entre todos consiguieron ponerme la piel de gallina en varias ocasiones, y si a esto le sumamos que también escuchaba a Noé cantando detrás mío muy cerca del oído, pues la noche fue plena. Y eso que sólo salí de casa para dar una vuelta y mirar unas tiendas. De nuevo, los planes improvisados, son los mejores.
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