Me gusta cuando una película de fantasía tiene buenos tintes dramáticos. No me gusta cuando una película dramática tiene tintes de fantasía. Y eso es lo que le pasa a Ricky, una película francesa que se anuncia como la fantástica historia de un bebé (el susodicho Ricky) al que le salen unas alitas de pollo muy tiernas, pero que resulta contarnos la vida de una familia rota, como tantas otras películas.
Creo que queda claro que me esperaba mucho más de la película, y creo que se le podría haber sacado mucho más jugo sin necesidad de comerse mucho la cabeza. Para empezar, tardan mucho en explicarte y situarte en la piel de la madre protagonista, y ni siquiera lo consiguen muy bien, antes de que comience la verdadera película, es decir, la historia de Ricky. Y una vez tiene lugar el nacimiento, ocurren varias cosas que no tienen mucho sentido, además de que me hubiese gustado saber algo más del futuro de Ricky.
Estoy seguro de que si algún día se hace una versión americana, cumplirá mucho mejor las expectativas que tenía, aunque me cuesta reconocerlo.
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