No sé qué tienen los exámenes, pero es que siempre que se acercan me vicio a algún videojuego. La culpa es del calendario académico que no tiene en cuenta mis biorritmos, y es que llegando el buen tiempo lo que más apetece es tirarse todo el día frente a la pantalla matando bichitos (bueno, y también salir por ahí para ponerse un poco morenito y esas cosas, pero esto también excluye estudiar en los planes).
El caso es que he empezado a jugar al Final Fantasy XIII. En casa de Minovio, claro, porque yo no tengo ni el juego ni la PS3, y él sí. Antes sólo le quería por el sexo, pero ahora también por esto, claro.
El caso es que lo poco que llevo me ha encantado. Con respecto a otros Final Fantasy (VII, VIII, IX, X, X-2 y XII, que son los que conozco) ha mejorado todo lo que me gusta en detrimento de todo lo que no me gusta. Esto es, hay mucha historia y muchas escenas de video, y las peleas son asequibles, el sistema de batalla casi automático y no se necesita ser un gran estratega para avanzar sin ninguna clase de problema. Lo cual me encanta (pero esta vez de verdad), aunque entiendo que a otros les guste tanto.
El caso es que para las dos semanas que me quedo sólo en casa (sin padres, porque mi hermano se queda, pero bueno, no estorba) he hablado con Minovio y hemos decidido que se muda aquí, nos traemos la Play y el juego y ¡ale! a viciarse.